Esto es el inicio de el mejor relato erótico navideño bondage para iniciar estas fiestas de la manera más picante.
– ¿Has sido buena niña, este año? Pregunta él con su grave y dominante voz que tanto me gusta.
– Acaso lo dudas, mi querido Papá Noel. Respondo provocativa sentada sobre su regazo.
Su mirada atenta e inquisitoria sobre mi piel semi desnuda tan solo cubierta por unas provocativas medias de red y unos altos tacones me desconcierta y al mismo tiempo me excita.
Mientras sus dedos libidinosos recorren mi cuello bajando hasta mis pechos anunciando el preludio de lo que me tiene preparado para nuestro mágico instante.
Es NocheBuena y la atmósfera navideña nos envuelve por completo.
Un precioso y adornado árbol junto a la chimenea nos ofrece calor, pieles sintéticas de animal a modo de alfombras en el suelo de madera noble y miles de cojines, conforman la estancia.
El calor de las velas junto al fuego de la chimenea nos aísla por completo del frío exterior en aquel remoto paisaje invernal.
– Mi querida y tierna niña, sé que has sido algo traviesa este año, así que quizás no pueda concederte todos tus deseos.
– Solo quiero obtener mis ataduras, el roce de tus dulces azotes sobre mis nalgas. Ya sabes cuánto me gustan mis juguetes bondage…sobretodo cuando los usas conmigo, mi dueño y señor.
Bajo la cabeza respetuosa y dócil. Así se comporta una buena sumisa con su amo. Paciente continuó sentada sobre él a la espera de sus órdenes para desplegar mis alas. Su voraz voz vuelve a silenciarme.
Sus caricias se han centrado en mi espalda, mientras siento las frías cuerdas atando mis muñecas fuertemente hasta el punto de lacerarlas.
Me invade el calor y la saliva inunda mi garganta. Su fuerte mano guía mi cuerpo sometiéndole sobre sus rodillas.
– Sabes, eres el animal más bello que he contemplado nunca.
Sonrío sin levantar la cabeza y en un breve segundo la caricia sobre mi nalga se convierte en azote.
Intento rebelarme, sabe soy Astable* pero las ataduras oprimen mi carne. La abrasan. No me importa. Quiero ser llama. Arder. Consumirme. Renacer.
Ahora me arrodillo ante él. El juego ya ha comenzado. Hundo mi cara sobre su sexo viril que sobresale de su disfraz navideño. Esperando a ser engullido, lamido y cuidado por su sumisa.
Caracoleo con mi lengua su enorme y caliente falo. Mientras él gime solemne bajo su blanca barba.
No pierde su compostura jamás, él es mi amo y a él me debo.
Un rápido azote de fusta en la mano y una voz metálica me paralizan.
– No te he dado permiso. Me detengo y abandonó la untuosidad de su sexo.
– En pie.
Obedezco dejando corretear sus manos a su antojo sobre mi piel, abriéndose camino mientras me coloca un plug anal haciéndome estremecer por completo. Observo como la lujuria arde en sus ojos. Se masturba ante mí, desafiante, sabiendo voy a obedecer.
La saliva fluye por mi boca ansiando aquel manjar. Por hoy no voy a comer y no me importa. Se de sobras mi amo sabe como tratarme bien.
Se inclina abriendo por completo mis piernas. Mientras, yo le muestro el camino al paraíso rojizo que brilla y palpita. Necesito que lo haga, que se hunda en mi interior.
Mis pechos oscilan con cada embestida mientras que un grito en mi garganta se abre paso estallando en un verdadero orgasmo que inunda toda la habitación.
Satisfecho él también, deshace cada uno de los nudos en mis muñecas, afloja las cuerdas y la sangre retorna a mis manos entumecidas.
Me desplomo en el suelo ante su mirada.
– Está bien, has sido buena. Mañana recibirás tus regalos.
Dormimos exhaustos frente a la chimenea fundidos en un abrazo.
Al día siguiente, bajo el árbol hay una enorme caja llena de más juguetes bondage.
Sin duda esta va a ser una Feliz Navidad……
Esperamos que este relato erótico navideño bondage os haya puesto en el mood para empezar a probar cositas como las que podéis encontrar en el siguiente enlace
*Astable: Persona que, en el Spanking, oscila de la posición de azotador a azotado sin tener ninguna prefijada.